Las aventuras de GigiAro
La leyenda del gran poder
Iba caminando como una zombi bajo la lluvia buscando
una librería concreta. La librería más antigua de Madrid. Pensaba que el gps de su móvil le estaba
gastando una mala pasada. No era capaz de indicarle a ciencia cierta el lugar.
La lluvia le estaba calando. -Seguro que pillo un resfriado- Pensó-
Volvió a bajar la calle principal del rastro de
Madrid. Abajo y arriba. Había un grupito
de señores en los escaparates de enfrente que le estaban observando disfrutando
de su subir y bajar. El gps le volvió a indicar que estaba en el lugar que ella
buscaba Pero no veía el número. Siempre
había odiado la lluvia y más en ese momento. Esa llovizna que parece que no es
gran cosa pero que te cala hasta los huesos.
Tomó una decisión, cruzó la calle y se acercó al
grupo.
-
Disculpen ¿podrían indicarme la Librería Cascorro? - Preguntó dirigiéndose al señor de gafas de botella, el que más
sonreía cuando la estaban observando-
-
¿Qué? – Preguntó a su vez el señor-
-
Si podría indicarme como puedo encontrar
la librería Cascorro por favor.
El
señor se quitó las gafas como si con ellas no la pudiera ver bien. Al sonreír
se le veía una buena dentadura. Y de cerca no era tan feo. Delgaducho y con una
boina vasca.
-
¡Buenas tardes bella dama! – Le saludo
quitándose la gorra y haciéndola una reverencia. Ella le miro y sonrió.
-
¡Es usted más hermosa de cerca! –
continuo con su monologo mientras sus compañeros observaban divertidos- La
Librería Cascorro ya no existe desde hace tiempo.
-
Lo mire en internet y ponía que estaba
en el número seis pero no encuentro el seis. ¿Ve?- Le señaló el portal numero
uno y el dos - y los números desaparecen desde el tres, no hay nada mas con numero
por aquí.
-
Porque ya no existen esos números – Le
respondió divertido –
-
Anda Abitzu no le tomes el pelo a la
chica. – Se aventuró en su ayuda el otro señor- La librería ya no existe pero
si entras en ese portal la primera puerta a la izquierda pintada de color rojo
te atenderán.
-
Gracias señor.
-
De nada. Cuando termine y si le apetece que le invite a un pincho estaré
aquí esperándola – Le dijo Abitzu-
-
No pierdes una, Abitzu –Le reprendió su
compañero.
-
Cuando una mujer es bella, hay que
decírselo e invitarla a lo que ella quiera. Nobleza obliga.
Ella
sonrió mientras se acercaba a la puerta que le habían indicado.
Entró en un portal de
mala muerte, con la puerta medio rota, con una cuerda como pomo que salía por
una abertura muy grande. Intentó divisar la puerta de color rojo. Apenas había
luz y no distinguía la puerta. Golpeó con los nudillos la puerta roja o la que
parecía que era la roja.
-
Pase – contesta una voz ronca.
Entró. Y le sorprendió
con lo que se encontró. Un pequeño centro comercial solo de libros. Tres
plantas, muchas estanterías a lo largo y ancho de la estancia. Se quedó extrañada al divisar una escalera mecánica.-
Pensó Julia que estaba fuera de lugar esa escalera- Y siguió divagando - por eso no existen los demás números, este número los ha
absorbido- Seguía asombrada contemplando el lugar cuando un señor mayor se
acerco a ella y dubitativa articuló palabra.
-
Buenas tardes. Había reservado un libro.
Le llamé esta mañana.
-
¡Ah, sí! lo recuerdo. Las aventuras de
GigiAro. Un libro interesante de aventuras para niños.
-
Si.
-
¿Ha encontrado bien la librería?
-
Me ha costado un poco pero por fin estoy
aquí.
-
Me alegra. Es que ya no somos lo que
fuimos antaño. Solo vendemos libros que no se encuentran en otros sitios y creo
que me queda un ejemplar.
-
¡Gracias a Dios!, llevo dos días llamando a librerías y nunca habían oído
hablar de este libro me decían. Y mi hija no dejaba de insistirme que sí existía.
Ya desesperada me metí en internet, y les encontré a ustedes. Me ha parecido
raro, que al poner el título del libro
salía directamente esta librería.
-
No es de extrañar. Somos los únicos que
lo vendemos. Es un buen libro. Ya no se hace literatura tan buena Yo lo leía de pequeño. Es un libro mágico.
-
Esa fue la frase que me dijo mi hija.
Que era un libro mágico. Lo quería por encima de todo, por encima del equipo
nuevo que le había prometido de baloncesto.
-
La juventud cuando se obsesiona con algo
ya se sabe.
Observó al señor
mientras iba arrastrando los pies en busca del libro.
Era sorprendente lo que
podía dar de sí las apariencias. Desde fuera no parecía gran cosa, una
puertecita y luego dentro descubrías un mundo. Libros y más libros desperdigados
por todas partes. -Vicky disfrutaría aquí. Su pasión son los libros y el baloncesto-
Se decía mientras no salía de su asombro-
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